viernes, 4 de marzo de 2011

EL RULO

EL RULO
El Rulo Flores era quien andaba atrás del culo de la Yanina, mi prima de veinticinco años.  Siempre que lo encontraba, me hinchaba las pelotas preguntando por la Yani, joven de cabellos rubios, algo petisa, la cual no tenía novio en aquel entonces.
   -¿Por qué no te la encarás, boludo? -le dije una tarde en que nos hallábamos en la esquina de la plaza del centro, mirando los traseros de las señoritas que pasaban.
   -No sé qué hacer, Negro -contestó Rulo-.  ¿Te parece que me dará bola?
   -Yo creo que sí -lo ilusioné-.  Necesita un muchacho que la quiera de verdad, no como el pelotudo de Antonio, el novio que la dejó.
   -Ah, mirá vos.  Así que está sola -se interesó mi amigo.
   -Sí.  ¿La has visto a mi prima?
   -La vi hace cinco meses más o menos.  Andaba con unas amigas.  Está linda la Yanina.
   -Con razón preguntabas tanto por ella.
   -Y sí.  Tiene un culo hermoso, para sacarle una foto y colgarla en la pared, ja, ja.
   -Vos sos capaz de hacerlo -dije en broma-.  Hablando en serio, a la Yani no le gustaría nada que le sacaras fotos.  La conozco.
   -¿Qué tiene de malo?  Mirá estas pendejas que pasan.  Tengo que sacarles una foto ya.
   A continuación, el Rulo tomo su celular Samsung SGH-E256, y los trastes de las adolescentes quedaron guardados en el archivo de fotos de dicho teléfono móvil.  Un detalle:  todas las chicas llevaban polleras, mostrando piernas bronceadas.
   -¿Cuántas fotos tenés? -quise saber.
   -Y, de ortos buenos debo tener como cincuenta -precisó, sonriendo.
   La babosidad del Rulo no conocía límites, al igual que sus sueños masturbatorios, cosa que no me extrañaba.
   -Che, loco, si querés te presento a mi prima, así se conocen, charlan un buen rato.  ¿Qué te parece?
   -Uy, estaría bueno.  Podría invitarla a salir -dijo, entusiasmado.  Y no era para menos, puesto que si el Rulo se ponía de novio con mi prima, sería como haber ganado la lotería para él.  Lo digo por la sencilla razón de que nunca en la puta vida de Dios había tenido novia.
   -Sí, pero arreglate un poco.  Cortate ese matorral de rulos que tenés, no usés ojotas con jeans, afeitate.
   -Mirá, Negro, los rulos no me los cortaría ni loco, porque hice una promesa.  Si la Yanina gusta de mí, me tiene que querer así como soy:  en ojotas, sin afeitar, con rulos.
   -Bueno.
   Por temor a ofenderlo, no quise decirle que debería bañarse más seguido.  No sé cómo hacía para aguantarse el olor a chivo, encima con el calor.  Me daba asco.
   -Quiero conocerla.  En una de ésas, tengo suerte y consigo novia.
   -Ojalá, Rulo.  Mañana te la presento -le dije-.  Vos dejá que hable con ella.
   -0k.
   -¿Quién es el Rulo Flores?  -inquirió mi prima Yanina.  Estábamos tomando unos ricos mates, en casa de mis tíos, Cristina y Miguel.  Era una tarde calurosa.  Según el informe de la radio, la sensación térmica era de treinta y cinco grados.
   -Un chico alto, flaco, de muchos rulos.  Tiene treinta años, pero aparenta menos.  Está muy interesado en conocerte.  Es buen pibe.
   -Te juro que no lo conozco, Ale.  ¿Por qué querés conseguirme novio?
   -Yo no dije novio -repliqué-.  Conocelo como amigo.  Dale, si no tenés nada que perder.  Hablan, salen a dar una vuelta, qué sé yo.  Por ahí, con el tiempo, te enamorás de él.  La vida tiene tantas vueltas, Yani.
   -Dejate de joder -se rió, mientras me daba un empujón en el hombro derecho.
   -No seas tonta.  Esta puede ser la oportunidad de tu vida.  No la desaprovechés.
   -Y el chico este...  ¿Cómo se llamaba?  ¿Chulo?
   -¡Ja, ja, ja!  No, Rulo le dicen.  El nombre verdadero es Florencio.
   -Qué nombre feo -dijo Yani, y yo estuve de acuerdo-.  Y Rulo, ¿es casado?  ¿Divorciado?  ¿Soltero sin apuros?
   -Que yo sepa, jamás tuvo novia -le informé.
   -Qué raro, che.  ¿No será vírgen?
   -Ah, no sé, preguntáselo vos, si te animás.  Yo no quiero meterme.
   -Pero vos sos amigo de él, ¿no?
   -Sí.  Tenés que conocerlo, Yani -insistí, cambiando de tema.  Sospechaba yo que mi amigo nunca había tenido relaciones sexuales con una mujer, a pesar de saber que el Rulo concurría al cabaret cada tanto, mas para mí era pura mentira.  Me refiero a que no cogía con la puta de turno.  Quizás iba al prostíbulo a tomar unos tragos y después se marchaba de allí, sin haber fornicado.
   -Está bien, Ale, me convenciste.  ¿Cuándo puedo verlo?
   -Luego.  Ahora no porque él duerme la siesta.  ¿Querés que le diga la hora y el lugar de la cita?  Yo lo veo en la casa.
   -Bueno, pero no me dejes sola con ese tipo -objetó la muchacha.
   -No te va a violar.
   -Ja, ja, si es vírgen -se burló.
   -Sos jodida.
   Tres horas después, el Rulo Flores nos esperaba en un banco de la plaza.  Rogué a Dios para mis adentros que se hubiera bañado, más que nada porque bien podría espantar a la joven, a quien yo había pasado a ir a buscarla, por pedido de ella.  Yanina caminaba colgada de mi brazo.  Noté que se había producido:  llevaba jeans ajustados, remerón, sandalias, los ojos maquillados y rouge en los labios.  En verdad estaba muy bonita.
   -Soltame, parecemos novios -le dije.
   -No digas pavadas -sonrió, sin dejar de soltarme.
   En cuanto llegamos a la plaza, yo no podía creer que el Rulo había decidido ir a la cita vestido con unas bermudas mugrientas, y ojotas.  Ni siquiera se había puesto una remera.  Parecía un pordiosero con esa barba larga.  Los presenté.
   -Entre ustedes dos pasa algo, a mí no me cagan -dijo el Rulo, molesto.
   -Me ofendés, Rulo.  Es mi prima.  ¿Qué mierda estás insinuando?
   -Es que ella iba colgada de tu brazo, como si fueran una pareja de novios.
   -Qué boludez -me enojé-.  Mejor los dejo solos.
   -Ale, dijiste que no me dejarías sola -manifestó la muchacha.
   -Bueno.  Hablen entonces.
   Mi prima se sentó al lado del Rulo, y yo cerca de ella, de modo que Yanina se encontraba en el medio.
   -¿Querés ser mi novia? -preguntó el Rulo, tras un silencio.
   "No puede ser tan pelotudo", recuerdo que pensé en ese momento.
   -No te conozco bien, perdoname.  Si fuera tu novia, te pediría que cambiaras la manera de vestirte, y que te cortaras el pelo.
   -¡No me digas! -se burló el joven.
   -¿Te has visto en el espejo con esa barba? -inquirió ella.
   -Claro.  Capaz que me la dejo hasta que llegue al suelo.
   -Qué idiota -murmuró Yanina.
   -¿Por qué no hablan de otra cosa? -intervine, temiendo una discusión entre ellos.
   -Te digo un piropo:  sos más linda que la mierda -dijo el Rulo, y se rió, mas a Yanina no le produjo ninguna gracia.
   -Sos un grosero -espetó mi prima, cruzando los brazos-.  Cambiando de tema, ¿creés en el amor a primera vista?
   -Sí, cómo no.  A esta altura de mi vida, cualquier mina me viene bien, mientras tenga un buen par de tetas y un culo como el tuyo.  Nos pasaríamos todo el día en la cama, ja, ja, ja.
   -¿Lo único que pensás es en el sexo? -fue la pregunta de Yanina.
   -Sí, pero no me pajeo tanto como cuando era pendejo.  ¡Las pajas que me reventaba mirando películas porno!
   -Rulo, pará... -dije.
   -Por suerte no me salían pelos en las manos, ja, ja.
   -Ale, me voy.  No lo soporto más.  ¡Es un asqueroso!
   -Esperá, Yani.  Rulo estaba jodiendo, me parece.
   -¿Jodiendo?  ¿Escuchaste las chanchadas que decía?
   -No lo hacía a propósito -repliqué.
   La joven se había parado, dispuesta a marcharse.  Rulo permanecía en silencio, se hacía el boludo.
   -Vení, sentate -invitó el Rulo-.  Conocí a tantas chicas con cara de caballo que después de verte a vos, creo que me enamoré.
   -Vos tenés menos cerebro que un mosquito.  Además, no me gustás.  No te merecés ni que sea tu amiga.
   -Vos tampoco me gustás.  Sos muy enana.  Podrías trabajar en un circo.
   -¡Andate a la mierda! -se enojó Yanina.  A modo de despedida, me dio un beso, dijo "chau, nos vemos", y sin más se fue.
   -Rulo, sos un boludo.  Cagaste todo.  Te perdés una mina buena -dije, no bien mi prima se había marchado.
   -Y bueno, che, qué le vamos a hacer.  Mujeres sobran.  Pero está linda la Yanina.  ¿Viste cómo se le notaban las nalgas con el jean ajustado?  Qué hermosura.
   -¡Tarado, es mi prima!
   -Pero está que se parte de lo bonita que es...
  

No hay comentarios: